El segundo falso mito del e-Learning: contenidos actualizados
Hace casi un mes me di a la tarea de reflexionar sobre las 10 ventajas del e-Learning, que describe un artículo publicado por IMF Business School.
Al principio estuve de acuerdo con la posición del autor, pero luego concluí que el asunto no era tan «color de rosa»; la educación virtual (al menos en mi país) no es la panacea que muchos pretenden vender.
Buscando conversar con amigos y colegas, inicié un artículo que publicaría en mi blog. La intención era desmentir esas ventajas, a partir de teorías, buenas prácticas, experiencias y conceptos semánticos subjetivos.
Sin embargo, a medida que escribía me daba cuenta que una sola entrada no sería suficiente.
Aquí está el primer texto: “El primer falso mito del e-Learning: recursos ilimitados”.
Ahora vamos con el segundo.
Creando contenidos digitales
Iniciemos dejando claro que producir contenidos digitales no es una tarea sencilla, especialmente por la variedad de formatos y la narrativa hipertextual del medio.
Pensar en la web es considerar un medio de comunicación donde convergen contenidos en diferentes formatos, se recrean interacciones entre los usuarios y se proponen caminos que se bifurcan cada tanto.
La construcción de contenidos digitales para la web es una tarea que agrupa técnicas de medios anteriores, exige la implementación de nuevos paradigmas y re-significa día a día el papel del productor.
Lo anterior aplica para medios informativos, formativos y de entretenimiento, entendidos estos como los objetivos bases de la comunicación.
¿Qué es más difícil de producir?
Rápidamente, se puede afirmar que diseñar un texto es más sencillo que producir una infografía, si tenemos presente que este último recurso tiene como base el primero.
Sin embargo, la complejidad de la tarea no es directamente proporcional a la complejidad de la producción del medio.
Para comprender el punto, miremos la siguiente situación:
¿Qué toma más tiempo en producir: un artículo de investigación o una infografía para Instagram?
Producir un texto académico puede tomar semanas o meses. El proceso exige al autor realizar actividades extensas, como: consulta y contraste de fuentes; clasificación y análisis de datos; presentación y defensa de la tesis, y publicación.
Quizás el momento de menor complejidad es cuando se diseña el contenido en un editor de texto. Solo hace falta configurar márgenes, establecer la familia tipográfica, configurar la sintaxis de las referencias bibliográficas y otras cuantas tareas.
Lo anterior es un proceso técnico. Incluso, algunas revistas facilitan la actividad, proporcionando formatos y políticas de publicación.
Sin embargo, diseñar una infografía exige un proceso técnico mucho más complejo, donde intervienen procesos creativos y gráficos, que requieren el uso de aplicaciones más robustas que un editor de texto.
Al final, ¿qué es más difícil de producir? La respuesta es depende.
Pero en algo estamos de acuerdo: ambos recursos exigen tiempo.
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¿Qué es más difícil de actualizar?
La respuesta puede ser exactamente igual a la anterior: depende.
Aquí es preciso recordar una de las supuestas ventajas del e-Learning, según IMF: “los contenidos formativos pueden ser modificados en el momento (…) con tan solo unos clic”.
Está bien, pueden tener razón.
Continuando con el ejemplo del artículo de investigación, –quizás- la actualización del contenido sea con un par de acciones del ratón: agregar un enlace, ajustar una referencia bibliográfica o insertar una imagen. Todo se soluciona con «un par de clics».
Pero ¿qué sucede si el trabajo de actualización es más complejo? Supongamos que debe anexarse una nueva referencia bibliográfica y esto afecta la posición semántica del artículo.
Es posible que el autor deba ajustar el marco teórico, defender nuevamente la tesis y afinar sus conclusiones. Incluso, podría presentarse el caso que la actualización dé pie a un nuevo artículo.
Ahora ¿qué pasaría con la actualización en una infografía? Podría cambiar una cifra o un icono, lo cual no debe tomar mucho tiempo.
Pero, si se desean agregar nuevos elementos, es posible que se deban diseñar otras gráficas, insertar nuevos iconos, ampliar la paleta de colores, entre otros.
Si vemos en detalle, ambas tareas –las extensas- no están a «tan solo unos clic», como lo propone IMF.
¿El e-Learning permanece actualizados?
En general, no.
Nuevamente hago la claridad en que solo puedo valorar lo que conozco. Existen muchísimas más universidades que le apuestan a la educación virtual, sobre las que no tengo posibilidad de valorar la oportunidad y pertinencia de sus contenidos.
Al final, esta ignorancia se convierte en una esperanza, pues me permite soñar en que hay lugares donde todo está bien.
¡Claro, debo aceptarlo! Hay instituciones que conozco y sé que tienen contenidos actualizados.
En este momento recuerdo un curso sobre programación que realicé con las universidades ORT (Uruguay) y de Edimburgo (Escocia), donde todos sus contenidos (core, actividades y entrevistas de apoyo) son revisados y actualizados –si aplica- en cada versión.
Pero, hay otras instituciones que no logran el objetivo.
Me he topado con documentos que hacen referencias a otros cursos, otras cohortes, otras actividades… otros programas.
Tal ha sido el fracaso (frustración) que alguna vez debí escribir al tutor para obtener una orientación sobre cómo proceder en una evaluación. “Es que ese documento es de otro curso… no preste atención a ese párrafo”, fue la respuesta que recibí del profesor de posgrado.
¿Por qué sucede esto?
A ciencia cierta no lo sé, pero sí creo saber cuál es su génesis: lo organizativo. Me explico:
Como lo he mencionado a lo largo de este blog, la educación virtual –siguiendo el modelo que propone la Asociación e-Learning 2.0 Colombia- se configura bajo cuatro dimensiones: lo organizacional, lo pedagógico, lo comunicativo y lo tecnológico.
Revisar y actualizar un contenido puede ser una tarea de los tres últimos: el pedagogo revisa la pertinencia del contenido anterior; el comunicador ajusta la mediación, y el ingeniero configura y publica el paquete de contenidos. Así, para ser rápidos.
Pero:
- ¿Qué sucede si no existe una política clara de revisión y actualización de contenidos?
- ¿Qué, si no existe una inversión económica que permita adelantar estas tareas?
- ¿La institución considera esta actualización como un sobrecosto?
- ¿La política de economía de escala no está alineada con la calidad del proceso de enseñanza – aprendizaje?
Es común escuchar que un curso e-Learning es más rentable que uno presencial, porque puede utilizarse una y otra vez. Sí, genera sentido, pero esto no aplica en todos los cursos. ¡Seamos responsables!
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Conclusión
Aunque lo que comenta IMF tiene sentido, no considero que sea una ventaja de la educación virtual, especialmente al afirmar que se logra «con unos clics». No es responsable afirmar eso.
Revisar y actualizar los contenidos e-Learning es una tarea compleja.
Rectores, coordinadores de producción, directores de virtualidad, productores de contenidos, profesores, expertos temátios… consideren la situación.
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Por:
Juan Carlos Morales S.
Comunicador y educador
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